El ajo (Allium sativum) como muchas otras plantas tienen sistemas naturales de defensa contra insectos y hongos. El ajo produce enzimáticamente una sustancia denominada
alicina. La
alicina fue descubierta en 1944 por
Cavallito, quien noto por primera vez su actividad antimicrobial. Posteriormente se descubrieron su capacidades antifúngicas.
Sin embargo, debido a su inestabilidad, inhabilidad de ser absorbida y a su característico olor, aún no se desarrolla una droga a base de este producto. No obstante, el ajo ha recibido una gran cantidad de atención en el acuarismo en los últimos años, debido a su eficacia o falta de esta en el tratamiento de enfermedades parasitarias, especialmente el ich marino o puntos blancos, cuyo patógeno es
Cryptocaryon irritans.
La alicina se produce por una reacción enzimática cuando el ajo se tritura o se rasga; cuando la enzima alinasa, que se almacena en un compartimiento aislado dentro del mismo ajo, se combina con el compuesto proteínico llamado
aliin, produciendo la
alicina. La a
licina, como se comentó anteriormente, es una agente antibacteriano de amplio espectro. Tambié se han observado propiedades antifúngicas y antiprotozoos.
El ajo posee más de 100 compuestos activos de valor farmacéutico, entre estos destaca el compuesto llamado
Cisteína S-alyl, el cual se empieza a estudiar.
Aún no se establece el valor real de los tratamientos con ajo en peces enfermos, debido a que no hay un registro de la gravedad de la enfermedad, la cantidad de ajo administrada, tiempo de administración, etc.
En una infestación protozoarios parásitos similar al Ich, hay generalmente dos amenazas importantes a la fisiología del pez hospedero:
1.- Daño al tejido provocado por los parásitos.
2.- Infecciones secundarias en las lesiones.
Es obvio, que la administración de un antibiótico de amplio espectro (propiedad que posee la
alicina), posiblemente eviten cualquier infección secundaria. Y por otra parte, experimentalmente se ha comprobado, que la
alicina suprime la eficacia de las enzimas segregadas por el
Entamoeba histolytica (protozoario) para digerir el tejido hospedero. De manera que lo anterior se puede extrapolar el efecto del ajo en las infecciones parasitarias de
Cryptocaryon irritans.
La capacidad ya mencionada de la
alicina de impregnar el tejido y la mucosidad le permite colocar su firma química al tejido del pez enfermo. El potencial de enmascarar las señales químicas que permiten el reconocimiento del tejido hospedero por parte del parásito, podrían provocar que el parásito, de cierta manera confundido, suprima su proliferación e infección de los tejidos del pez.
De manera que los tratamientos con ajo (
Allium sativum)
posiblemente:
- Evitan las infecciones secundarias.
- Neutralizan los productos químicos usados por el parásito para destruir el tejido del hospedero.
- Enmascaran el tejido del hospedero, haciéndolo difícil para que el parásito lo reconozca.
- Dañan al parásito.
Sin embargo, aún no se comprueba experimentalmente como se llevan a cabo los procesos anteriores en los peces.
Por estudios realizados en humanos se sabe que existen dos problemas con la alimentación con ajo.
Primero, es que
un ambiente ácido como el de la
cavidad gástrica (pH=3 o menor)
puede neutralizar la alinasa. Sin esta enzima, no se puede formar
alicina en el estómago, sin importar cuanto
aliin pudo ser injerido. En
segundo lugar, aún suponiendo que alguna cantidad de
alicina pasara hacia la circulación sanguínea, los estudios demuestran que la
alicina cambia en otros compuestos en un periodo de 5 minutos y en el proceso oxida las células sanguíneas, causando que no puedan transportar oxígeno.
De hecho, mucha literatura señala el uso tópico como el tipo administración eficáz, y oral como obsoleta. El por que existen resultados positivos en el tratamiento con ajo podría deberse a que la masticación de los peces no es exhaustiva, por lo que un puré fino del ajo llega al estómago, y los ácidos del estómago no pueden neutralizar toda la enzima antes de que se sintetice alguna
alicina. El ajo es en ese punto eficáz contra, por lo menos, parásitos gastrointestinales. Sin embargo, la cantidad de ajo suministrada al pez en el alimento tendría que ser enorme como para que se produjera suficiente
alicina, que pasara a la sangre y no fuera absorbida por el hígado, y así pudiera llegar al tejido afectado por los parásitos.
Se ha sugerido que la formación de
alicina comienza antes de la digestión del ajo, y que la alicina recién formada se pasa rápidamente a través del tracto digestivo del pez, llegando hasta la epidermis y mucosidad externa; sin que la
alicina viaje por el sistema circulatorio, esto explicaría que no se neutralice.
Experimentos
in vitro hechos con tejidos humanos, ratas y otros mamíferos, han obtenido la concentración de
alicina necesaria para reducir la infección por protozoarios. Estas concentraciones son: 5.5 microgramos/ml para acabar con
Trypanosoma spp., 14 microgramos/ml para
Giardia lambia y 59 microgramos/ml para
Entamoeba histolytica. Sin embargo, estos datos son poco prácticos para los acuaristas y los especialistas aún no estableces la dosis exacta por gramos de pez hospedero.
Aunque aún no existen estudios definitivos de si la
alicina o algún otro compuesto del ajo o todos los compuestos presentes en el ajo tienen propiedades desparasitantes, ni de como son absorbidas por el organismo enfermo (pez), en la mayoría de las experiencias se observa que los extractos de ajo comerciales o hechos en casa tienen al menos un valor coadyudante en el tratamiento contra
Cryptocaryon irritans.
Al parecer suministrar ajo en el alimento, si bien aún no se comprueba su utilidad, tampoco no hace ningún daño, por lo que recomendamos utilizar como un complemento al tratamiento de hiposalinidad, medicamentos, eliminar el factor de estrés, etc.
Fuente: Roberto Matamoros
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